Debería admitir que le tenía admiración; esa altura, ese cabello, esas manos de piel suave… Sólo ella sabía acariciarme, sólo ella.
No es que estuviera enamorado ni mucho menos, pero había algo especial en su persona, algo que me atraía y me hacía querer ser su esclavo para siempre.
Lo mejor de nuestra relación es que siempre estaba con ella, la acompañaba a donde quiera que fuera. Siempre pegados, abrazados, hablándonos, me hacía sentir que era parte de su cuerpo.
Cuando se iba a dormir me dejaba quedarme despierto toda la noche, a veces junto a la ventana y otras veces al lado de su cama: ése era mi lugar favorito, porque la veía dormir. A pesar de que mirándola pasaba las horas más lindas del mundo, llevaba una pena terrible por no poder tocarla, por no poder entenderla, por ser yo mismo. Todo me parecía tan ajeno y tan inalcanzable…
Siempre sabía lo que ella quería. Cuando me acariciaba yo ya intuía qué iba a hacer conmigo, ya estábamos conectados. Ella también entendía mis necesidades, porque me ayudaba a revivir cuando me sentía muy cansado, me descolgaba cuando algo en mi cuerpo fallaba, me ayudaba a recomponerme si algo en mí dejaba de andar.
Desearía volver a ver su cara, volver a sentir sus manos agarrándome, llevándome junto a su oreja. Desearía que me volviera a poner en su bolsillo del buzo, abrigándome y cuidándome para que no me moje ni sufra frío, ¿por qué seré tan frágil y tan débil? ¿Por qué no puedo ser yo el que la cuida a ella?
Está en mi esencia, en mi ser, es algo que no puedo controlar, porque ni siquiera sé cual es mi especie.
No estoy loco, yo sé que ella se preocupa por mi, cada vez que nos perdemos me busca desesperada, no puede separarse de mí por un segundo, sólo yo se divertirla, sólo yo reflejo desde mi interior las cosas que la hacen reír, sólo yo la despierto cada mañana haciendo soñar mi música, sólo yo dejo que me cambie de mil maneras.
Cuando nos perdemos siento que caigo en el vacío, pero me alegra escuchar que ella empieza a gritar para encontrarme: “¿Alguien vio mi celular? Por favor, ¡lo necesito ya! ¿Nadie lo vio? Es importante”
Debe ser que así decidió apodarme. “Celular”, y es bastante original.
¡Feliz cumpleaños Martin! :)
Ey, muy tierno... y dulce. Me encantó
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